lunes, 11 de agosto de 2014

ICONOS DE ROSARIO GALLARDO

 
Éxtasis del Arcángel
Cristo Pantocrátor
 "EL ICONO ES UNA VENTANA AL ABSOLUTO"

 Precisando más se podría decir, que es irrupción de la gloria y la Belleza del Reino eterno que nos está prometido.  Es también en el contexto de la vida Eclesial donde se debe situar el Icono  bizantino como testimonio. El Icono proviene de la Iglesia como goce anticipado del Reino; en el Icono se nos revela  la  belleza y el gozo del  Reino.                                        
 
                                                                                                      
                                                     


La Transfiguración
                                                       
La creación del Icono brota del corazón del artista en belleza pura y verdadera, es un misterio, un milagro. El Icono no solamente refleja la gloria del Reino, sino que también contiene su energía vivificante.
 El hombre es en sí mismo un ser sacramental por naturaleza y necesita del canal de los Sacramentos y de los símbolos que llegan a la comunión con el Invisible. Por medio del icono se debe establecer una verdadera relación entre el creyente y el misterio representado. No podemos dejar de recordar que en la fe viviente de la Iglesia, el icono es inseparable de la Palabra Viva de Dios, que se traduce al lenguaje de belleza, de luz más allá de la palabra. Es el cara a cara del Reino, el hombre será al fin enteramente un icono pasando de la imagen escondida a comulgar directamente de la Palabra Viva de Cristo. De su seno brotarán entonces torrentes inagotables de alabanza y de gracia.
 
   
Icono de la Madre de Dios

Parece ser el Icono se estableció a la primera mitad del siglo V, ocurrió con ocasión de la llegada a Constantinopla de un retrato de la Virgen con el Niño (Hidighitria), el cual le es atribuido a San Lucas, al que se le considera primer pintor de iconos. Cuenta la tradición que para estas obras suyas fue utilizada como madera la misma mesa donde comían la Madre de Cristo y San Juan. El más conocido de estos iconos en el de la "Madre de Dios", en el cual vemos a Jesús presionar su Rostro contra el de su Madre. Un tercer cuadro también de la Virgen, está representada en actitud de oración con los brazos abiertos.
Todo esto no son más que conjeturas porque nada se sabe con certeza de ello, más tenemos que reconocer que fue el único Evangelista que nos ha proporcionado más detalles acerca de María. Bien podemos comprobarlo leyendo despacio el Evangelio que nos dejó. Repasemos detenidamente las narraciones que son una auténtica riqueza para el mundo cristiano.

Icono del Buen Pastor

El icono, como antes indicamos, es una "ventana al Absoluto", fruto de un extenso y largo trabajo que requiere paciencia, experiencia, y por qué no decir, talento. En el icono la materia no está olvidada sino por el contrario es usada tal como Dios la hizo, de suerte que todos los materiales e ingredientes utilizados provienen del mundo mineral, vegetal u orgánicos; materiales llamado a participar en la transfiguración del Cosmo, la tarea del iconógrafo es la de espiritualizar esta realidad sensible.  En el icono se evitan las técnicas dirigidas a crear una ilusión de espacio tridimensional, la luz nunca se aplica como única fuente de luz, la luz es tanto interior a la imagen como exterior a ella e ilumina a quien se pone ante un Icono. La imagen se reduce a mínimos detalles. Los fondos son representados de manera sencilla, austera y con frecuencia en perspectiva no hay punto de fuga.


La Tabla:

La tabla es de gran importancia, esta debe ser de calidad, estar bien seca, antigua y sin nudos y también no resinosa. Las más comunes son: el tilo, abedul, ciprés. En la parte posterior de la tabla se suelen colocarse unos travesaños de madera con el fin de contrarrestar la tendencia a doblarse con las inclemencias del tiempo.

Su preparación es laboriosa y delicada, de ella depende el éxito de la obra, nunca se debe trabajar a la ligera, para ello antes hay que recogerse interiormente para que sea el mismo Dios el que guíe la mano del artista.

                                                                                                                                    Rosario Gallardo



 

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